05 mayo, 2011

Ella es así.

Era una persona como cualquier otra, con sus sueños, sus obsesiones, sus caprichos. Nadie creía que detrás de esa sonrisa interminable había un corazón roto, a punto de rendirse. Llegó el día en que ella se cansó y se dio por vencida. Todo el mundo soñado que imaginaban los demás se derrumbó. Un día como cualquier otro, explotó en llanto y no pudo parar jamás. Ya nada era igual, ya no sonreía a todo momento, ya no organizaba fiestas, ya no estaba activa. Cada día ella fue alejandose más, hasta el punto de no querer ver ni a sus propias amigas, esas que antes le daban fuerzas para seguir adelante. Nada tenía sentido, nadie tenía el poder de robarle una sonrisa, solo él. Pensar que la persona que más amaba era la que más la lastimaba, ¿quién lo podía imaginar?. Todas estas heridas eran producto del amor, del amor obsesivo, del amor no correspondido. Pero a pesar de las caídas, ella logró salir adelante. Logró superar el dolor, y todo ese dolor se convirtió en odio. Odio a la persona que la hiso sufrir, pero igual ella sabe que en cualquier momento puede volver a caer en sus redes, y tocar fondo. 

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